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E.M.D.R. (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) es una terapia psicoterapéutica que se utiliza para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otras condiciones relacionadas con experiencias traumáticas. Fue desarrollada por la psicóloga Francine Shapiro en la década de 1980.

La terapia E.M.D.R. se basa en la idea de que los traumas y las experiencias perturbadoras pueden quedar almacenados de manera disfuncional en el cerebro, causando síntomas y dificultades emocionales. A través de una serie de movimientos oculares dirigidos y otros estímulos bilaterales, se busca reprocesar y desensibilizar los recuerdos y las emociones asociadas al trauma.

Durante una sesión de E.M.D.R., el terapeuta guía al paciente a enfocarse en un recuerdo traumático o un evento perturbador mientras realiza movimientos oculares o escucha sonidos alternantes, entre otros estímulos. A medida que el proceso avanza, se promueve la liberación de las emociones negativas y se fomenta la integración de las experiencias traumáticas en una perspectiva más adaptativa.

La terapia E.M.D.R. ha demostrado ser efectiva en el tratamiento del TEPT y otros trastornos relacionados con el trauma. También se ha utilizado en el abordaje de otros problemas de salud mental, como la ansiedad, la depresión y los trastornos de ansiedad.

Es importante destacar que la terapia E.M.D.R. debe ser realizada por un profesional capacitado en esta técnica, ya que implica trabajar con recuerdos y emociones traumáticas. El terapeuta es quien guía el proceso y brinda el apoyo necesario para que el paciente pueda procesar y superar sus experiencias traumáticas de manera segura y efectiva.

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Método EMDR. ¿Qué es EMDR?  — Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos Oculares. Es un abordaje psicoterapéutico en el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles en la vida del sujeto, desde fobias, ataques de pánico, muerte traumática y duelos o incidentes traumáticos en la infancia hasta accidentes y desastres naturales.

También se usa EMDR para aliviar la angustia y/o la fobia de hablar en público, para mejorar el rendimiento en el trabajo, en los deportes y en las interpretaciones artísticas.

EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing), desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares. 

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¿Qué es EMDR?

EMDR (Eye Movement Desensitation Reprocesing) es un método que fue descubierto en 1987 por la doctora Francine Shapiro, quien lo ha desarrollado hasta hoy, y que consiste en utilizar lo que se denomina “Estimulación Bilateral”.

Este tipo de estimulación puede llevarse a cabo de diferentes maneras: mediante el movimiento de ojos, realizando “tapping” en el cuerpo (normalmente en las rodillas) o mediante la alternancia de sonidos entre ambos oídos.

Gracias al uso de la estimulación bilateral” logramos la desensibilización de las situaciones traumáticas al producir una sincronización de los hemisferios cerebrales, lo que provoca el reprocesamiento de la información y la desaparición de la sintomatología.

Estudios recientes apuntan a que el EMDR funciona reintegrando la información de una manera análoga a los mecanismos neurofisiológicos de la fase REM (Rapid Eye Movement) del sueño.

Varias investigaciones científicas han demostrado que EMDR es altamente eficaz como recurso psicoterapéutico.

El prestigioso “Journal of Consulting and Clinical Psychology” publicó una investigación hecha por Wilson, Becker y Thinker, en la cual se demostró que personas que sufrían TPET (Trastorno de Estrés Post-Traumático) mejoraban significativamente con el tratamiento de EMDR. Quince meses después todavía se mantenían los mismos resultados satisfactorios.

EMDR no sólo ha demostrado ser eficaz en el tratamiento del trauma sino también en otros problemas como dolor crónico, pérdida y duelo, fobias, fobia social, ansiedad, ataques de pánico, adicciones y disfunciones sexuales.

“La rapidez con que ocurre el cambio durante EMDR contradice la noción de tiempo como esencial en la curación terapéutica. En sus protocolos, Shapiro integró elementos de distintas escuelas de psicoterapia, haciendo EMDR aplicable a una enorme variedad de patologías y accesible a terapeutas de distintas orientaciones” -(Bessel Van der Kolk, MD, Director HR1 Trauma Center, Ass. Professor Pshiquiatry, Harvard University).

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Historia breve del EMDR

En 1987, la doctora en Psicología Francine Shapiro, investigadora “Senior” en el “Mental Research Institute” en Palo Alto, California, observó casualmente que bajo ciertas condiciones “el movimiento ocular puede reducir la intensidad emocional de los pensamientos perturbadores”.

 La Doctora Shapiro estudió científicamente este efecto en 1989 con excombatientes de la guerra de Vietnam y con víctimas de abuso sexual, y comprobó que esta técnica reducía de manera significativa los síntomas del Trastorno por Estrés Postraumático en estos sujetos.

La doctora Shapiro recibió, en 1994, el “Premio a la Destacada Consecución Científica en Psicología” otorgado por la Asociación Californiana de Psicología.

“En este momento, alrededor de 40.000 terapeutas de todo el mundo han recibido formación en EMDR y se calcula que ya han sido atendidas con éxito más de un millón de personas en todo el mundo.”

Como método de gran efectividad en el tratamiento del trauma, es recomendado por las autoridades en salud mental en países donde hay problemas de violencia terrorista y es utilizado en organizaciones que tratan frecuentemente con víctimas de trauma y catástrofes: FBI, Salud mental en Irlanda e Israel.

La fuerza del método EMDR radica en que en primer lugar evoca el recuerdo traumático con todos sus distintos componentes –visual, emocional, cognitivo y físico (las sensaciones corporales)-, y después estimula el <<sistema adaptativo de tratamiento de información>>, que hasta ese momento no había logrado digerir la huella disfuncional.

Los movimientos oculares comparables a los que se producen espontáneamente durante el sueño tienen como objeto aportar la ayuda necesaria al sistema natural de curación del cerebro para que consiga lo que no pudo lograr sin ayuda exterior. A la manera de ciertos remedios naturales y plantas conocidos desde hace siglos por su capacidad para activar mecanismos naturales de curación del cuerpo tras un traumatismo físico –como el áloe vera para las quemaduras, o el gota kola para las heridas abiertas-,  los movimientos oculares de EMDR se supone que son un mecanismo natural que acelera la curación tras un traumatismo psicológico.

 Durante los movimientos oculares, los pacientes dan la impresión de realizar espontáneamente una <<asociación libre>> como recomendaba Freud y de la que se sabe que resulta especialmente difícil <<por encargo>>. De igual manera que ocurre en los sueños, los pacientes atraviesan una vasta red de recuerdos ligados entre sí mediante distintos fragmentos. A menudo empiezan a acordarse de otras escenas relacionadas con el mismo acontecimiento traumático, bien porque sean de a la misma naturaleza (por ejemplo, de otros episodios de humillación en público), o porque reclamen las mismas emociones (un mismo sentimiento de impotencia). Les suelen sobrevenir fuertes emociones que emergen con rapidez a la superficie, aunque hasta entonces permaneciesen ignoradas. Todo sucede como si los movimientos oculares –igual que en el transcurso del sueño- facilitasen un rápido acceso a todos los canales de asociación conectados a un recuerdo traumático determinado por el tratamiento. A medida que se activan dichos canales, pueden conectarse a los sistemas cognitivos que, a su vez, contienen la información anclada en el presente. Gracias a esta conexión, la perspectiva del adulto, que hoy ya no es ni impotente, ni está sometido a los peligros del pasado, acaba por hacer pie en el cerebro emocional. Entonces puede sustituirse la impresión neurológica del miedo o de la desesperación. Y cuando se la reemplaza acaba siendo eliminada por completo, hasta tal punto que a menudo se observa emerger a otra persona.

Tras varios años de práctica, todavía me sorprenden los resultados del método EMDR de los que soy testigo. Y comprendo que mis colegas psiquiatras y psicoanalistas desconfíen, como me ocurrió a mí al principio, de un método a la vez tan nuevo y diferente. No obstante, ¿cómo negar la evidencia cuando se manifiesta tanto en mi consulta como en los numerosos estudios publicados a lo largo de los últimos años? Sé de pocas cosas en medicina tan impresionantes como el EMDR en acción. Y de eso me gustaría hablar a continuación.

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En sesenta minutos pasó del terror de una niña violada a la aceptación e incluso a la comprensión de su agresor, el punto de vista más adulto posible. Y no se había omitido ninguno de los estadios habituales del trabajo de duelo, como son descritos por el psicoanálisis.

Era como si meses, incluso años, de psicoterapia se hubieran condensado en una única sesión. La estimulación del sistema adaptativo de tratamiento de información parecía haberla ayudado a establecer todos los vínculos necesarios entre los acontecimientos del pasado y su perspectiva de mujer adulta. Una vez que dichos vínculos se establecieron, la información disfuncional fue digerida -<<metabolizada>>, dicen los biólogos- y perdió su capacidad de desencadenar emociones no apropiadas. 

Privado de su carga <<límbica>> disfuncional, el recuerdo pierde su vitalidad. Su influencia se difumina. Eso ya es mucho. Y no obstante, la resolución de viejos traumatismos que llevamos en nosotros como heridas no cicatrizadas no finaliza con la neutralización de los recuerdos antiguos.

El hecho de que no siempre comprendemos cómo el método EMDR produce resultados tan espectaculares que impresionan incluso a los que lo utilizan. El profesor Stickgold, del laboratorio de neurofisiología y de estudios sobre el dormir y los sueños de Harvard, ha emitido la hipótesis de que los movimientos oculares u otras formas de estimulación que evocan una orientación de la atención desempeñan un importante papel en la reorganización de los recuerdos en el cerebro. Tanto durante el dormir –y en los sueños- como durante una serie de EMDR. En un artículo publicado en la revista Science, Stickgold y sus colegas han propuesto que estas formas de estimulación pueden activar los vínculos asociativos entre recuerdos que están conectados entre sí mediante emociones.  Stickgold cree que la estimulación sensorial que se produce en el método EMDR podría activar mecanismos similares. Otros investigadores han demostrado que los movimientos oculares también inducen una <<respuesta de relajación obligatoria>> desde las primeras series, lo que se traduce en una reducción inmediata de la frecuencia cardíaca y en un aumento de la temperatura corporal.  Todo ello permite pensar que la estimulación del método EMDR refuerza la actividad del sistema nervioso parasimpático, como ocurre con la práctica de la coherencia cardíaca.

La teoría de Stickgold explicaría por qué es posible obtener resultados en EMDR con otras formas de estimulación de la atención aparte de los movimientos oculares. En efecto, el sistema auditivo también es estimulado durante el dormir de los sueños, y también se observan contracciones musculares involuntarias en la zona superficial de la piel. Por otra parte, algunos médicos clínicos utilizan, por ejemplo, sonidos presentados alternativamente a derecha y a izquierda mediante auriculares, e incluso la estimulación de la piel mediante palmaditas o vibraciones alternadas. De hecho, veremos cómo la estimulación de la piel puede modular directamente la actividad del cerebro emocional.

Resulta evidente que falta mucho por descubrir acerca del sistema adaptativo de tratamiento de información y sobre los diversos métodos de ayudarle a realizar su trabajo de digestión, o de acelerarlo. Mientras tanto, el EMDR gana terreno rápidamente gracias a la acumulación de estudios científicos que demuestran su utilidad. En la actualidad, el método EMDR está oficialmente reconocido como tratamiento eficaz en el EEPT por la American Psychological Association, el organismo oficial de la profesión en Estados Unidos,  la Sociedad Internacional para el Estudio del Estrés Traumático (ISTSS, que selecciona las recomendaciones de tratamiento para el EEPT basándose en conocimientos científicos establecidos)  y por el Ministerio de Salud de Gran Bretaña. En Francia, Alemania y Holanda, el método EMDR empieza a enseñarse en la universidad.

En Francia, el EMDR debería integrarse de manera progresiva tanto en la práctica del psicoanálisis como en las de las terapias cognitivas y behavioristas, con las que comparte numerosas ideas. El método EMDR y el psicoanálisis no se oponen entre sí. Al contrario, un psicoanalista freudiano, lacaniano o kleiniano puede encontrar en el EMDR  una eficaz herramienta complementaria que le facilite su trabajo.

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Dicho brevemente, el modelo considera que la mayor parte de las patologías nacen de experiencias tempranas que ponen en movimiento un continuo patrón de sentimientos o emociones, conductas, cogniciones, y las consecuentes estructuras de identidad.  La estructura patológica es inherente a la información estática, insuficientemente procesada, que fue almacenada en el momento en que aconteció el suceso perturbador. En una gran variedad de casos, que van desde casos sencillos de desórdenes postraumáticos (PTSD) y fobias, hasta condiciones más complejas tales como desórdenes de pánico, algunas formas de depresión, de disociación y desórdenes de la personalidad, se considera que la patología fue configurada por el impacto de experiencias tempranas que aún se conservan en el sistema nervioso en la forma específica en que fueron contraídas originalmente.

La continua influencia que ejercen estas experiencias tempranas se debe en gran medida a los estímulos actuales, que hacen que afloren los sentimientos o emociones negativos y las creencias que forman parte de estos recuerdos, y que ocasionan que el cliente siga actuando de una manera que más bien se relaciona con sucesos previos. A pesar de que el recuerdo de un cliente pueda relacionarse con un suceso real y con un comportamiento que quizá haya sido apropiado en relación con la situación perturbadora, la falta de una asimilación adecuada significa que el cliente aún está reaccionando emocionalmente y conductualmente en formas que tienen que ver con el incidente perturbador de antaño. Por ejemplo, es comprensible que un niño sienta miedo y que pierda el control cuando es amenazado por un adulto, pero generalmente se estima inapropiado que un adulto reaccione de la misma manera ante una situación similar. De la misma manera, es posible que un adulto sienta miedo y pierda el control durante un huracán, pero se considera patológico que reaccione de la misma manera ante una fuerte brisa unos meses después. La naturaleza disfuncional de los recuerdos traumáticos, incluyendo la manera en que son almacenados, permite que los sentimientos o emociones negativos y las creencias del pasado invadan el presente del individuo. El procesamiento de dichos recuerdos por medio del método EMDR permite que los sentimientos o emociones y las cogniciones actuales, más positivas y poderosas, se generalicen hacia los recuerdos asociados a través de la red neurofisiológica y que, de manera espontánea, conduzca al cliente a conductas más apropiadas.

Por lo tanto, se considera que las patologías clínicas tienden a cambiar si el clínico enfoca la información que ha sido almacenada disfuncionalmente en el sistema nervioso. Parte del proceso de conocer el historial del paciente es identificar los recuerdos que han ayudado a conformar las conductas negativas y los conceptos negativos que el cliente tiene de sí mismo. Incluso los desórdenes de personalidad más pronunciados son considerados como susceptibles de sufrir cambios por virtud del reprocesamiento de recuerdos que accionaron las características disfuncionales; por ejemplo, los recuerdos que han sido enfocados quizá sean aquellos que ocasionan que una personalidad paranoica sospeche siempre de los demás o que una personalidad evasiva se sienta insegura. Además, por supuesto, los déficits de desarrollo y de experiencia son atendidos gracias al procesamiento apropiado y de la asimilación de información positiva.

Al adoptar el modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo, muchos clínicos capacitados en el método EMDR podrán obtener efectos sustanciales y generales. Para algunos clínicos, esto quizá constituya la integración natural de creencias largamente sostenidas; otros terapeutas quizá necesiten realizar un cambio personal en su conceptualización clínica. Existen un número de elementos críticos del paradigma propuesto.

1. La posibilidad de participar a nivel fisiológico, y de manera directa y no intrusiva, con los elementos patológicos que han sido almacenados. La observación de los efectos producidos por el tratamiento EMDR sugiere que las patologías son representadas por información disfuncional que ha sido almacenada fisiológicamente y que puede ser localizada y transformada directamente, sin el uso de medicamentos. Por ejemplo, en lugar de enfocar la reacción del cliente al suceso perturbador -como lo hace la biorretroalimentación, las terapias de «anegamiento» (flooding) o la capacitación en técnicas de relajación- el método EMDR centra su atención en el recuerdo mismo. La resultante transmutación de la información almacenada en el recuerdo que ha sido enfocado parece ocurrir espontáneamente, lo cual conduce a un cambio en las reacciones del cliente.

Las observaciones hechas sobre los cambios que se generan en el recuerdo mismo, provocados por el método EMDR, y la manera en que son almacenados, guardan relación con las conjeturas independientes respecto a las diferentes manifestaciones de la memoria declarativa (narrativa) y de la memoria’ no declarativa (Lipke, 1992a, 2000; Stickgold, en prensa; van der Kolk, 1994, en prensa). Por ejemplo, antes de recibir el tratamiento EMDR, los componentes del recuerdo traumático que es objeto de estudio -imagen, cognición, sentimientos o emociones, sensaciones físicas muchas veces parecen manifestarse en la forma perturbadora y en el estado específico en que fueron adquiridas. Algunos investigadores sugieren que dichos recuerdos traumáticos son almacenados en la memoria no narrativa o no declarativa (por ejemplo, van der Kolk, 1994). Sin embargo, tras recibir un tratamiento EMDR efectivo, los recuerdos son almacenados con imágenes menos perturbadoras, con una cognición positiva y con los sentimientos o emociones apropiados. Además, no existen sensaciones físicas perturbadoras concomitantes. Es posible que el procesamiento de la información permita que el recuerdo se almacene apropiadamente en la memoria declarativa (narrativa), lo cual implica que el cliente queda libre de reacciones patológicas.

2. Un sistema de procesamiento de información que es intrínseco y adaptativo. Parece que existe un sistema innato de procesamiento de la información en todas las personas y que las patologías se presentan debido a que este mecanismo ha sido impedido. Por lo tanto, si se localiza el recuerdo perturbador y se activa el sistema, la información es llevada a una resolución adaptativa. La observación de miles de sesiones de tratamientos EMDR parecen corroborar dicha conjetura. Aparentemente, el sistema está configurado para procesar la información y restaurar la salud mental, de la misma manera en que el resto del cuerpo está programado para curarse cuando se le inflige una herida. Esta creencia constituye la base sobre la que está sustentado el modelo EMDR, que básicamente se centra en el paciente, y el cual supone que los cambios que se llevan a cabo en las cogniciones y los niveles sentimentales o emotivos del paciente durante un tratamiento EMDR, tenderán a alcanzar un nivel óptimo con una mínima intrusión de parte del clínico.

Janet (1889/1973) y Pavlov (1927) propusieron que, de alguna manera, el trauma mismo ocasiona un desequilibrio que impide que se lleve a cabo un procesamiento adecuado. Esta misma sugerencia se ha propuesto en estudios contemporáneos sobre los efectos de los neurotransmisores (van der Kolk, 1994; Watson, Hoffman y Wilson, 1988; Zager Y Black, 1985). Además, la hipótesis que sugiere que la información traumática misma se desplazará a un plano positivo una vez que el sistema sea activado, se generó a partir de la observación de sesiones del tratamiento EMDR. Por ejemplo, no existe ningún reporte que indique que una víctima de violación sexual, que esté en paz con el suceso, se desplace subsecuentemente, por medio del tratamiento EMDR, a un nivel de odio por sí misma. Sin embargo, las víctimas de violación sexual que inician el tratamiento en un estado de vergüenza y culpabilidad, evolucionan hacia estados positivos una vez cumplido el tratamiento, y terminan por aceptarse a sí mismas y alcanzar un estado de paz interna. A pesar de que los clientes del método EMDR puedan experimentar sentimientos de disasociación y negación y se sientan perturbados temporalmente, esto constituye meramente un estadio de transición hacia una resolución sana.

Este desplazamiento hacia un estado positivo, cuando el sistema de procesamiento de información es mantenido en forma dinámica por medio de la aplicación del método EMDR, definitivamente guarda concordancia con las conjeturas hechas por Rogers (1951) y Maslow (1970). Por otro lado, también concuerda con las suposiciones del modelo médico, en el que los medicamentos y las intervenciones son empleados para desobstruir o acelerar las propiedades naturales del cuerpo para curarse. Al tratar los traumas por medio del método EMDR, es de suponer que se generará una sanación análoga si el mecanismo de procesamiento de información es liberado.

Se generará un cambio en los constructos de identidad a medida que continúe transformándose la información implantada. A medida que la información perturbadora se transforma, se genera un cambio concomitante en la estructura cognitiva, en el comportamiento, en los sentimientos, en las emociones, en las sensaciones, etcétera. La experiencia clínica ha demostrado que una vez reprocesados los recuerdos específicos, el sentido de autoestima y autoeficacia del cliente cambiarán automáticamente. Esto conduce espontáneamente a conductas nuevas, que aumentarán la autoestima del paciente. El modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo sostiene que los recuerdos disfuncionales que subyacen en la psique son los principales responsables de las características patológicas de la personalidad y que éstas pueden ser alteradas estructuralmente. La teoría predice acertadamente y concuerda con los descubrimientos hechos por clínicos del método EMDR (por ejemplo, Fensterheim, 1996; Manfield, 1998) en que incluso los desórdenes severos de la personalidad (con la excepción obvia de condiciones que derivan de alteraciones químicas u orgánicas) pueden cambiar a una velocidad comparativamente rápida al convertirlos en blanco del tratamiento, al reprocesar los recuerdos clave y al prestar atención a los déficits de desarrollo con el fin de remediarlos.

4. Liberarse de limitaciones temporales aceptadas previamente. El método EMDR tiene la capacidad de facilitar un cambio terapéutico profundo en mucho menos tiempo de lo que se ha supuesto como necesario y sin importar cuánto tiempo ha pasado desde que ocurrió el incidente traumático. En el método EMDR, el énfasis clínico estriba en generar efectos terapéuticos por medio de la conexión adaptativa de redes neurofisiológicas asociativas localizadas en el sistema de procesamiento de la información. La proximidad física de dichas redes lógicamente determina que los resultados del tratamiento no deben vincularse necesariamente al tiempo. Por ejemplo, numerosos estudios controlados han indicado que un 77-90% del PSTD en la población civil ha sido eliminada en tan sólo tres sesiones de 90 minutos cada una.

Debido a que todas las modalidades clínicas pueden ser identificadas porque funcionan con información que ha sido almacenada fisiológicamente en el cerebro, el paradigma de procesamiento de la información proporciona un enfoque integrativo que puede incluir e interpretar aspectos clave de modalidades tan diferentes como: la terapia psicodinámica, la conductual, la cognitiva, la gestalt, y las terapias basadas en el cuerpo (incluida la psicofarmacología).

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Convergencias teóricas

El uso del método EMDR puede ser plenamente compatible con la mayor parte de las tendencias psicológicas (Norcross y Shapiro, en prensa; Shapiro, en prensaa). La importancia de los recuerdos de la tierna infancia se ajusta claramente al modelo psicodinámico (Freud, 1900/1953; Jung, 1916; Wachtel, en prensa), y la importancia de centrar la atención en reacciones y conductas disfuncionales del presente concuerda perfectamente con los paradigmas de condicionamiento y de generalización del conductismo clásico (Salter, 1961; Wolpe, 1990). Además de ser un método centrado en el cliente (Rogers, 1951) con una fuerte base experiencial (Bohart y Greenberg, en prensa; Greenberg y Safran, 1987), el método EMDR se ajusta al concepto de las evaluaciones positivas y negativas de uno mismo, que tiene raíces profundas en el campo de la terapia cognitiva (Beck, 1967; Ellis, 1962; Meichenbaum, 1977; Young, 1990; Young, Zangwill y Behary, en prensa) y su énfasis en las respuestas físicas relativas a la disfunción que presenta el cliente (Lang, 1979; van der Kolk, en prensa) está demostrando ser un elemento importante en su plena utilización terapéutica.

Desorden de estrés postraumático

Inicialmente, el método EMDR era una terapia empleada específicamente para el tratamiento de personas que sufrían de PTSD. Como tal, el enfoque fundamental y un cierto número de los componentes del tratamiento se basaban en los reportes derivados de investigaciones hechas en torno a esta población específica. Por ejemplo, los estudios realizados con veteranos de la guerra de Vietnam atrajeron la atención al suceso traumático mismo, indicando que las reacciones psicológicas ante el estrés debían persistir como una función directa de la magnitud del elemento estresante (Figley, 1978b; Kadushin, Boulanger y Martin, 1981)

La terminología del procesamiento neurofisiológico de la información fue introducida por Bower (1981) y Lang (1979).

Suelo usar conceptos psicofisiológicos al usar el término neurofisiológico o neuro-redes. A pesar de que el término memory networks (redes de la memoria, redes mnemónicas, o redes de recuerdos) es empleado en muchas ocasiones en este texto para referirse a patrones de recuerdos asociados, el término neuro-redes también se refiere a la configuración neurobiológica de un recuerdo individual. Este constructo resumirá la manera en que el término neuro-redes es usado en la actualidad por los neuropsicólogos y extenderlo a estratos adicionales del procesamiento cognitivo/emocional. Emplear un término que no tiene una referencia neurofisiológica precisa resulta particularmente importante para subrayar que la eficacia del método EMDR no se basa en la validez del modelo fisiológico ofrecido. Esto resulta relevante, debido a que debemos recordar que aún no hemos llegado a comprender la fisiología del cerebro lo suficiente como para confirmar la validez del modelo a ese nivel. Sin embargo, el modelo no parece contradecir algo que sea cierto. Es congruente con los efectos del tratamiento EMDR observados y sirve como un mapa clínico para dar tratamiento a una amplia variedad de patologías. Hasta ahora, el modelo ha logrado explicarse a sí mismo y ha podido predecir con gran éxito la respuesta terapéutica en nuevas áreas de aplicación.

Procesamiento de la información

Mientras que el método EMDR constituye un enfoque psicoterapéutico específico e integral, el Procesamiento de la información a un estado adaptativo (Shapiro, 1993, 1994c) representa el modelo general que proporciona el marco teórico y los principios para el tratamiento, así como una explicación de las bases de la patología y del desarrollo de la personalidad.

El modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo coincide con las nociones de Freud (1919/1955) y Pavlov (1927) respecto a lo que ahora se denomina procesamiento de la información. En términos específicos, tal parece que existe un equilibrio neurológico en un sistema fisiológico definido, que permite que la información sea procesada hasta alcanzar una «resolución adaptativa.» Por resolución adaptativa quiero decir que se realizan conexiones con asociaciones apropiadas y que la experiencia es empleada constructivamente por el individuo y es integrado a un esquema cognitivo y emocional positivo. En esencia, lo que resulta útil es aprendido y almacenado con los sentimientos o emociones apropiados y está disponible para ser usado en el futuro. Por ejemplo, digamos que nos sucede algo negativo, quizá una circunstancia humillante en el trabajo, y esto nos perturba. Pensamos acerca de ello, soñamos con ello y hablamos de ello. Tras cierto tiempo, ya no nos molesta y la experiencia puede ser usada apropiadamente como información que guíe nuestros actos futuros. De tal manera, aprendemos algo acerca de nosotros mismos y de otras personas, comprendemos mejor las situaciones que vivimos anteriormente y estamos mejor preparados para manejar situaciones semejantes en el futuro.

Cuando alguien experimenta un trauma psicológico severo, tal parece que puede ocurrir un desequilibrio en el sistema nervioso, provocado quizá por cambios en los neurotransmisores, por la adrenalina, etcétera. Debido a este desequilibrio, el sistema de procesamiento de información se ve incapacitado de funcionar óptimamente y la información adquirida durante el momento del suceso traumático, incluidos imágenes, sonidos, sentimientos o emociones y sensaciones físicas, es mantenida neurológicamente en ese estado perturbado. Por lo tanto, el material original, que es mantenido en esta forma de estado específico, angustiante y excitatorio, puede ser detonado por toda una variedad de estímulos, tanto internos como externos, y puede ser expresado bajo la forma de pesadillas, recuerdos retrospectivos (flashbacks) y pensamientos intrusivos -los llamados síntomas positivos del PTSD.

La hipótesis consiste en que los elementos de procedimiento del método EMDR, incluidos los estímulos de atención dual, detonan un estado fisiológico que facilita el procesamiento de la información. Se han propuesto varios mecanismos por medio de los cuales se lleva a cabo dicha activación y se facilita el procesamiento de información, incluyendo los siguientes:

1. El descondicionamiento causado por la respuesta de relajamiento (Shapiro, 1989a, 1989b; Wilson et al., 1996).

2. Un cambio de estado en el cerebro, que aumenta la activación y fortalece las asociaciones débiles (Stickgold, en prensa).

3. Algunos otros factores involucrados en el foco de atención dual del cliente, al tiempo que atiende simultáneamente a los estímulos presentes y el trauma pasado (por ejemplo, «atentividad» (mind_ fulness), respuesta orientadora, interrupción de la función de la pizarra visual-espacial.

Por lo tanto, durante el tratamiento EMDR, cuando le pedimos al cliente que haga aflorar un recuerdo del trauma, es posible que estemos estableciendo un vínculo entre la conciencia y el sitio en que la información ha sido almacenada en el cerebro. Dentro del contexto de los demás elementos del procedimiento, la estimulación dual parece activar el sistema de procesamiento de la información y permite que el procesamiento ocurra. Ya sea que se deba a una alteración directa del sustrato fisiológico de la red que ha sido blanco del tratamiento, o por el propiciamiento de un estado mental necesario para la asimilación de la información, o ambos, es algo que aún está por descubrirse (vea el capítulo 12). Sin embargo, con cada serie de estimulaciones, desplazamos la información perturbadora -a un ritmo acelerado- a lo largo de los caminos neurofisiológicos apropiados, hasta que se resuelve por medio de la adaptación. Por ejemplo, se puede llegar a una resolución cuando la información perturbadora, que anteriormente se mantenía aislada, entra en contacto con información adaptativa del momento (tal como «No es culpa mía que mi padre me haya violado»). Una de las principales suposiciones del método EMDR es que, al activar el procesamiento del recuerdo traumático, éste se desplazará naturalmente hacia la información adaptativa que requiere para alcanzar una resolución.

Inherente en el modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo se encuentra el concepto de la autosanación psicológica, que es un constructo basado en la respuesta curativa del cuerpo cuando sufre una herida física. Por ejemplo, cuando uno se corta una mano, el cuerpo trabaja para cerrar y curar la herida. Si algo obstaculiza dicha sanación, como un objeto extraño o la repetición del trauma, la herida se infectará y provocará dolor. Si el obstáculo es retirado, el proceso de sanación seguirá su curso. Lo mismo parece ocurrir con los procesos mentales. Es decir, la tendencia natural del sistema de procesamiento de información del cerebro es desplazarse hacia un estado de salud mental. Sin embargo, si el sistema está siendo obstaculizado o sufre un desequilibrio debido al impacto de un trauma, se pueden observar respuestas de una adaptación equivocada. Estas respuestas pueden ser detonadas por estímulos del presente o quizá por el intento que realiza el mecanismo de procesamiento de la información para resolver el material. Por ejemplo, la víctima de una violación posiblemente continúe recordando, de manera automática, escenas de la violación en un intento impedido por alcanzar una resolución y completar el procesamiento (Horowitz, 1979). Si se retira el obstáculo, el procesamiento seguirá su curso y conducirá la información hacia un estado de resolución adaptativa y de integración funcional. La resolución se manifiesta por medio de un cambio en las imágenes, en los sentimientos, en las emociones, y en las cogniciones que el cliente asocia con el suceso. Metafóricamente, podemos pensar que el mecanismo de procesamiento está «digiriendo» o «metabolizando» la información, de manera que pueda ser empleada de una manera sana y vital.

Sostengo la teoría de que el sistema de procesamiento de información es adaptable cuando se le activa, ya que las víctimas de abuso sexual inician un tratamiento EMDR con una imagen negativa de sí mismas en referencia al suceso y, consistentemente, terminan por tener una evaluación positiva de sí mismas. Es más, jamás sucede lo contrario. Es decir, los tratamientos EMDR revelan una progresión acelerada hacia la salud (emociones positivas y una valoración de uno mismo más elevada), pero no hacia la disfunción (culpabilidad injustificada y odio por sí mismos). La noción de activar el mecanismo de procesamiento de la información a un estado adaptativo es central en el tratamiento EMDR y ha sido muy importante en su aplicación a una variedad de patologías.

El sistema de procesamiento de la información, podemos esperar que otros movimientos rítmicos o formas de estimulación sostenida o repetitiva ejerzan un efecto similar. Además, debe hacerse notar que los estudios más recientes indican que los patrones de activación regional del cerebro, producidos exclusivamente por la atención, muestran un significativo traslape con aquellos producidos por los movimientos oculares (Corbetta et al., 1998).

Como se mencionó anteriormente, estoy ofreciendo un modelo teórico para interpretar el efecto clínico, no para probar la existencia de mecanismos específicos. Por ejemplo, la hipótesis de la etapa REM del sueño únicamente intenta explicar el papel aparente de los movimientos oculares en los efectos producidos por el tratamiento; no excluye la posible utilidad de otros estímulos, tales como señales táctiles o auditivas. Aun cuando se compruebe que los movimientos oculares sacádicos o los movimientos oculares de rastreo estimulan la activación de un mecanismo que también opera durante la etapa REM del sueño, este descubrimiento no descartaría la efectividad potencial de otros estímulos utilizados durante la vigilia (vea también Stickgold, en prensa). Evidentemente, existen otros estímulos probables, aun cuando el cuerpo sea incapaz, durante el sueño, de generar estímulos auditivos, palmadas, luces intermitentes u otros medios externos. Como propone Stickgold (en prensa), la reorientación repetitiva de la atención puede producir cambios específicos en la activación regional del cerebro y una neuromodulación semejante a la producida durante la etapa REM del sueño.

Independientemente del mecanismo exacto que produce los efectos EMDR, es la activación del sistema de procesamiento de información lo que proporciona el enfoque clínico para el tratamiento. Por lo tanto, a pesar de que los términos series y movimientos oculares son empleados a lo largo de este texto, su intención es referirse igualmente a otras series de estímulos efectivos.

Redes mnemónicas o redes de recuerdos

Nuestra hipótesis acerca del innato sistema de procesamiento de información del cerebro nos lleva al concepto de las redes mnemónicas o redes de recuerdos asociados. En términos muy sencillos, una red mnemónica representa un sistema asociado de información. Nadie sabe qué apariencia tienen las redes mnemónicas, pero podemos imaginarlas metafóricamente como una serie de canales en donde se almacenan los recuerdos, los pensamientos, las imágenes, las emociones y las sensaciones relativas y donde unos se vinculan con otros.

El tratamiento EMDR puede ser conceptualizado como desplazarse a lo largo de las redes mnemónicas o redes de recuerdos, configuración ilustrada en la figura 1. Cuando aplicamos el tratamiento EMDR, pedimos al cliente que centre su atención en un blanco, es decir, un recuerdo específico o la imagen de un sueño; una persona; un suceso, ya sea real, imaginado o proyectado; o algún aspecto de la experiencia una sensación corporal o un pensamiento. En el modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo, este blanco es llamado nódulo, ya que tiene un lugar central entre el material psicológicamente asociado. Por ejemplo, si la respuesta de la cliente a su jefe constituye la dolencia que

la aqueja, el clínico posiblemente enfoque como «blanco» u «objetivo» una imagen del rostro del jefe, lo cual sería considerado un nódulo, debido a toda una constelación de experiencias relativas que giran en torno a ella. Si la cliente reacciona con furia indebida o con ansiedad, esto se debe a las asociaciones vinculadas. Entre éstas posiblemente haya ciertas experiencias con el jefe o con otras figuras de autoridad, como puede ser el padre de la cliente. Por lo tanto, si la meta de la terapia es que la cliente reaccione tranquilamente ante el objetivo, es necesario «limpiar» cada canal al reprocesar todo el material que ha sido almacenado disfuncionalmente y que esté ligado a ese nódulo. El reprocesamiento se lleva a cabo durante cada serie de movimientos oculares (u otros estímulos), y considera cada etapa consecutiva un plano o estadio en el que las imágenes, los pensamientos y las emociones completan un cambio en su camino hacia una mayor resolución terapéutica.

Canales asociativos

Representación gráfica de la progresión del tratamiento EMDR a través de la red mnemónica o red de recuerdos.

Muestra de una sesión EMDR

Con el fin de ilustrar los conceptos que son el fundamento del método EMDR, analicemos la transcripción de un fragmento de una sesión real de tratamiento. El cliente había padecido síntomas PTSD moderados desde la guerra, a pesar de haber recibido terapia durante muchos años, incluyendo tratamientos ocasionales cuando fue internado en el hospital. En cuatro sesiones EMDR previas, él había reprocesado sus recuerdos perturbadores y fue así que desaparecieron los pensamientos intrusivos. El problema que el cliente presenta en esta sesión es su reacción negativa hacia un compañero de trabajo que le parece un ser incompetente. A pesar de que la incompetencia de un compañero de trabajo puede resultar desagradable para cualquiera, este cliente estaba reaccionando con tanta furia y ansiedad que era incapaz de trabajar con dicha persona. El cliente había tratado de resistir su enojo y su frustración durante semanas enteras y finalmente pidió ayuda porque no podía evitar trabajar al lado de este colega en un proyecto que debían presentar juntos. El sólo pensar en este colega se había convertido en tal fuente de desagrado para el cliente, que, en lugar de emplear cualquier interacción específica como objetivo, utilizamos la figura del colega. Como veremos, la clínica trabaja con el cliente al emplear series de movimientos oculares para procesar la información que le ocasiona tal estado de angustia.

En primer lugar, la terapeuta pide al cliente que visualice el rostro del colega incompetente, la creencia negativa asociada a ese rostro, y solicita que se ponga en contacto con la ansiedad que esto le genera. Luego le pide que califique cualquier sentimiento negativo que experimente, expresado en términos de la Escala USP (Unidades Subjetivas de Perturbación), donde el 0 representa un sentimiento neutral o de calma y el 10 representa el grado más alto de perturbación imaginable. A continuación, la terapeuta pide al cliente iniciar la serie siguiendo con sus ojos el movimiento rítmico de sus dedos.

Entre cada serie, el clínico revisa al cliente para determinar su condición y para preguntar si ha surgido información nueva. Después de cada serie, la clínica evalúa la información revelada para determinar si el cliente está procesando la información y si está evolucionando hacia un plano más adaptativo.

Al final de cada serie, la terapeuta brinda confianza al cliente diciendo: «Bien.» ¿Luego le indica que borre de su mente todo lo anterior y le pregunta “Qué ve ahora?» A continuación, el cliente reporta el pensamiento, la emoción (o el nivel de intensidad), o imagen predominante, de manera que la terapeuta pueda obtener una lectura sobre el nuevo plano o estadio de información alcanzado. Con base en lo que descubre, la terapeuta dirigirá la atención del cliente hacia la información nueva o hacia el objetivo original. La figura 2 muestra el nódulo (el colega incompetente), con los canales asociados de información revelados por las sucesivas respuestas del cliente. La primera designación en cada columna (por ejemplo, mayor ansiedad, estado cómico) refleja la respuesta inicial del cliente cuando el blanco le llega a la mente; bajo cada designación aparecen las asociaciones que afloraron después de haberse iniciado cada serie subsecuente. Sólo se ilustrará una fase (la desensibilización) de la sesión del tratamiento EMDR.

Los movimientos oculares resultan insuficientes y la progresión cesa, requiriendo que el clínico intervenga en un cierto número de puntos para no correr el riesgo de que el cliente vuelva a ser traumatizado por la información sumamente cargada y perturbadora. Cuando se emplea el método con clientes que sufren un alto grado de perturbación, resulta especialmente importante emplear las estrategias EMDR para desobstaculizar el procesamiento de información.

No se puede predecir del todo cuáles son las asociaciones que experimentará el cliente. Por ejemplo, si acaso Eric hubiera visto morir a un compañero durante el combate debido a la incompetencia de otra persona, es posible que él se hubiera visto sumergido en una abreacción intensa o que hubiera vuelto a vivir el suceso. Por lo tanto, los clínicos deberán observar una sesión EMDR que incluya material sumamente cargado antes de emplear el método EMDR con un cliente, y deberán proceder con cautela si no tienen experiencia en manejar respuestas abreactivas. Además, los clínicos siempre deberán emplear el método EMDR en un ambiente clínicamente seguro y con tiempo suficiente para que el cliente pueda procesar con plenitud un suceso o recuperar el equilibrio emocional. De nuevo, no hay manera de saber si un canal contiene material disociado que aflorará de lleno una vez iniciado el procesamiento. En otras palabras, el nivel de perturbación que sufre el cliente puede empeorar mucho antes de que mejore, y el clínico debe estar plenamente preparado para esta eventualidad (vea la discusión sobre la toma del historial clínico y ciertas precauciones, planteada en el capítulo 4, y sobre la fase preparatoria, cubierta en el capítulo 5, siendo ambos obligatorios para construir los fundamentos terapéuticos apropiados).

De disfuncional a funcional

Los terapeutas capacitados reportan continuamente que durante el tratamiento EMDR las imágenes, los sentimientos, las emociones y las cogniciones, todas de carácter negativo, se tornan menos vívidas y menos válidas, al tiempo que las imágenes, los sentimientos, las emociones, así como las cogniciones, todas de carácter positivo, se vuelven más vívidas y más válidas. Una buena metáfora que los clínicos pueden aplicar se refiere a un tren que viaja a lo largo de su ruta. En un principio, la información se inicia de manera disfuncional. Cuando se estimula el procesamiento de la información, se desplaza como un tren sobre sus rieles. Durante el procesamiento acelerado que sucede con cada serie, el tren viaja hasta una parada más del recorrido. En cada plano o estadio, o parada, el cliente se desembaraza de alguna información disfuncional y agrega una cierta cantidad de información adaptativa (o menos problemática), de la misma manera en que algunos pasajeros descienden del tren y otros más lo abordan en cada estación. Al final del tratamiento EMDR, la información que es el blanco de nuestra sesión ha sido procesada plenamente y el cliente alcanza una resolución adaptativa. Metafóricamente hablando, el tren ha llegado al final de la línea.

Los clínicos deben recordar que, hasta que no se haya completado el procesamiento, los comentarios que pueda hacer el cliente respecto al material que ha sido enfocado por el tratamiento no serán plenamente funcionales. Dichas verbalizaciones únicamente manifiestan o describen el plano inmediato; indican el estado actual de la información procesada. Estas declaraciones provisionales, no adaptativas, quizá tienten al clínico a retar verbalmente al cliente o a emplear la restructuración cognitiva. Esto sería un error, sin embargo, ya que esto equivaldría a invitar al cliente a descender del tren en una parada intermedia (y perturbante). Debido a que el método EMDR destaca el concepto de autosanación, cualquier intento prematuro del terapeuta por intervenir podría detener o hacer más lento el procesamiento de información del cliente. De hecho, cuando se desplaza de un plano o estadio de información a la siguiente serie, el clínico deberá dirigir al cliente (lo más posible) a pensar sólo en la declaración anterior y no deberá intentar repetirla. El cliente sabe lo que acaba de reportar. De nuevo, en sentido metafórico, cuando destapamos el sistema de procesamiento de información, permitimos que el tren se desplace libremente en su recorrido. Siempre que sea posible, la labor del clínico consiste en mantenerse lejos de los rieles.

Neuroredes dispares

Con el fin de reiterar nuestro punto de vista, nuestra hipótesis funcional es que los síntomas del PTSD son ocasionados por información perturbadora que ha sido almacenada en el sistema nervioso. Esta información es almacenada en la misma forma en que fue experimentada inicialmente, debido a que el sistema de procesamiento de información, por alguna razón, ha sido impedido. Aún años después, la víctima de una violación puede experimentar todavía el temor original, ver el rostro del violador y sentir sus manos sobre su cuerpo, como si el ataque estuviera sucediendo de nuevo. En efecto, la información está congelada en el tiempo, aislada en su propia neurored y almacenada en su forma originalmente perturbadora. Debido a que la intensidad de las emociones y de los sentimientos ha encerrado la memoria efectivamente en una red asociativa restringida, la neurored en la que ha sido almacenada la información vieja está efectivamente aislada. No se puede llevar a cabo un nuevo aprendizaje debido a que la subsecuente información terapéutica no se puede vincular asociativamente con ella. Por lo tanto, cuando afloran pensamientos sobre el incidente, aún se encuentran conectados a todas las atribuciones negativas del suceso original. Los resultados de años de terapias conversacionales, de leer libros de autoayuda y de tener experiencias de contra-ejemplos también son almacenados, pero residen en sus propias neuroredes. Es en parte la disparidad entre la información terapéutica y la información que ha sido almacenada disfuncionalmente lo que impele al cliente a acudir al consultorio del terapeuta en busca de un tratamiento, haciéndole decir: «No debería ser así.»

Aun cuando los veteranos de guerra, las víctimas de abuso sexual y las víctimas de violación sepan en lo intelectual que no son en absoluto culpables de lo sucedido, muchas veces siguen luchando con las cogniciones negativas y con las emociones y los sentimientos perturbadores. Nuevamente, este conflicto parece deberse al hecho de que la información dispar es almacenada en neuroredes distintas.

El modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo

sugiere  que el momento de las revelaciones internas y de la integración llega cuando las dos neuro-redes se vinculan la una con la otra. Cuando se activa el sistema de procesamiento de información y éste es mantenido en forma dinámica, se pueden llevar a cabo las conexiones adecuadas entre ambas redes. Los clínicos pueden observar una transmutación de la información tras cada serie, a medida que el material que es blanco de nuestro tratamiento se vincula con la información de orientación más positiva, que le da una nueva forma. Al final del tratamiento EMDR, el clínico pide al cliente que evoque la meta original; tras una sesión exitosa, ese recuerdo aflorará espontáneamente en una forma más positiva y será integrado con emociones o sentimientos apropiados y con una clasificación de uno mismo adecuada.

La aplicación del método EMDR a otro tipo de desórdenes

Los resultados exitosos obtenidos con el método EMDR en relación con víctimas de violación sexual han conducido a su aplicación en una amplia variedad de des-órdenes. Esencialmente, se pueden aplicar los mismos principios de reprocesamiento ya mencionados. El modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo predice que la mayor parte de las experiencias perturbadoras de la vida pueden ser tratadas con éxito, sin importar su origen.

Un trauma con «T mayúscula» (Suceso de criterio A, necesario para diagnosticar el PTSD), como una violación, el abuso sexual o el combate bélico, claramente ejerce un impacto en sus víctimas en términos de cómo se comportan, cómo piensan y qué es lo que sienten acerca de ellos mismos. También ejerce un impacto en su susceptibilidad a padecer síntomas pronunciados, como pesadillas, recuerdos retrospectivos insertos en el presente (flashbacks) y pensamientos intrusivos. Estas víctimas pensarán negativamente acerca de sí mismas: «Soy impotente en todos los sentidos», «No valgo nada», «No puedo controlar nada.» Por supuesto, los clientes que no han experimentado tales traumas quizá también piensen negativamente respecto a sí mismos: «No valgo nada», «No tengo el menor poder» o «Sin duda, me abandonarán.» Estos clientes parecen haber derivado sus llamadas declaraciones sobre sí mismo negativas a partir de experiencias de la tierna infancia. Por lo tanto, cuando se les pide que den una puntuación del 0 al 10 acerca de lo que sienten sobre un suceso representativo de su familia original, que ayudó a infundirles estas creencias, es posible que reporten un 8, un 9 o incluso un 10. Al igual que las víctimas de traumas con «T mayúscula», ellos ven el suceso, lo sienten y son afectados profundamente por él.

Tales clientes, por supuesto, no perdieron una extremidad al explotar una granada ni tampoco fueron violados sexualmente por sus padres. Sin embargo, un recuerdo acerca de algo dicho o algo hecho en contra de ellos está encerrado en su sistema nervioso y parece ejercer un efecto similar al que nace de una experiencia traumática. De hecho, según la definición del diccionario, cualquier suceso que ejerce un efecto negativo duradero en el ser o en la psique es, por su misma naturaleza, «traumático.» Como consecuencia, podemos llamar a estos sucesos traumas con «t minúscula», para mantener en mente la naturaleza de su impacto (vea Shapiro y Forrest, 1997, para aplicaciones adicionales). Un indicio de la disfunción es que el recuerdo del suceso aún logra que el cliente se clasifique de modo negativo a sí mismo y que sus emociones o sentimientos sean igualmente negativos. Sus sensaciones físicas negativas son similares a las que prevalecieron el día en que el recuerdo fue generado originalmente. El blanco terapéutico es el recuerdo perturbador, como es almacenado en la actualidad, ya que la información disfuncional ha creado los fundamentos para la patología actual. Ya que una amplia variedad de condiciones puede sufrir cambios, el diagnóstico específico es menos importante que el hecho de enfocar apropiadamente las experiencias tempranas que están generando los síntomas, las características y las conductas disfuncionales que padece el cliente. Por ejemplo, el desorden dismórfico corporal ha sido tratado exitosamente al procesar el aparente suceso etiológico con el tratamiento EMDR (Brown, McGoldrick y Buchanan, 1997). En la mayoría de los casos, el suceso inicial, que fue blanco del tratamiento, no era más que un comentario denigrante o una humillación.

Experiencia estática: enunciados sobre los sentimientos, las emociones y las creencias

Los aspectos perturbadores de los recuerdos que han sido almacenados disfuncionalmente se asocian unos a otros, de manera estática, debido a que los recuerdos no pueden realizar conexiones nuevas que resulten apropiadas. La información almacenada en la neuro-red puede ser manifestada por todos los elementos del suceso: las imágenes, las sensaciones físicas, los sabores y los olores, los sonidos, los sentimientos, las emociones, y cogniciones tales como comentarios evaluativos y creencias personales. Cuando se estimula el trauma no resuelto, el cliente no sólo ve lo que ocurrió, sino también es posible que vuelva a experimentar los sentimientos y emociones, así como las sensaciones físicas que experimentó en el momento original. Algunos investigadores creen que la persistencia de los elementos perturbadores, incluyendo fuertes sensaciones físicas, se debe a que son almacenados inapropiadamente en la memoria de corta duración, en vez de ser almacenados en la memoria de larga duración, que resulta más apropiada (Horowitz y Becker, 1972) o porque son almacenados en los sistemas motores (no declarativos), en vez de ser almacenados en los sistemas declarativos (narrativos) (Lipke, 1992a; van der Kolk, 1994, en prensa). De ser así, un tratamiento EMDR eficaz implica un desplazamiento dinámico de la información, a medida que es metabolizada y asimilada, hacia un lugar de almacenamiento funcional en la memoria. Ello significa aprender aquello que es útil y que, por lo mismo, queda a nuestro alcance. Es puesto a nuestra disposición, con emociones y sensaciones apropiadas, para ser usado en el futuro.

A pesar de que las atribuciones sobre sí y las creencias negativas de la persona son transformadas simultáneamente con las demás manifestaciones del trauma, no se les atribuye una importancia mayor que la que tienen las experiencias sensoriales. Son denominadas metapercepciones porque no constituyen propiamente experiencias sensoriales, sino, más bien, son interpretativas de la experiencia e implican un lenguaje.

El lenguaje no es un componente necesario del trauma original como se puede ver, por ejemplo, en los efectos negativos evidentes en niños pre-verbales que han sufrido abuso físico o sexual. Por ejemplo, muchos niños son encerrados en armarios y son golpeados antes de que puedan hablar y, sin embargo, claramente muestran síntomas de PTSD. Algunos terapeutas cognitivos quizá puedan decir que un niño pequeño colocado dentro de un cuarto con un tigre, no sentiría miedo del tigre a menos que la criatura tuviera la edad suficiente para comprender que un tigre es un animal peligroso. Sin embargo, nos parece claro que si el tigre se colocara frente al niño y rugiera, sin importar su edad, el resultado sería el miedo y un posible trauma. Esto ilustra una de las respuestas genéticamente codificadas en los seres humanos, respuestas desarrolladas a lo largo de la evolución y que no requieren ser estimuladas por el lenguaje. Por lo tanto, mientras que las creencias de una persona, expresadas por medio del lenguaje, constituyen destilaciones de la experiencia que resultan clínicamente útiles, los sentimientos y las emociones que los nutren constituyen el elemento central de la patología.

No es nuevo el concepto de que son las experiencias del pasado las que forman la base de la disfunción actual, pero examinemos este hecho específicamente dentro del contexto del método EMDR, en términos del almacenamiento de los recuerdos y del modelo del Procesamiento de la información a un estado adaptativo. Imaginemos que una niña pequeña camina al lado de su padre y que levanta su mano para tomar la mano del padre. En ese momento y de manera deliberada o sin darse cuenta, el padre mece su brazo hacia atrás y golpea el rostro de la niña. La niña experimenta entonces sensaciones y emociones negativas, sumamente intensas, que podrían ser verbalizadas así: «No puedo obtener lo que quiero; hay algo en mí que no está bien.» (Esta culpabilización autoinfligida resulta casi predecible: típicamente, los niños parecen asumir la culpa de los errores o faltas de sus padres, un hecho que resulta más dolorosamente obvio en el caso de las víctimas que han sido objeto del abuso sexual, las cuales tienden a culparse a sí mismas del abuso que han sufrido. Esta tendencia quizá sea también ocasionada por procesos evolutivos que codifican una sumisión ante la autoridad como un medio necesario para la sobrevivencia.) Los sentimientos y las emociones, quizá sentimientos intensos de impotencia y de desprecio por sí mismo, y las imágenes, los sonidos y el dolor producido por el golpe, son almacenados en el sistema nervioso de la niña. Dicha experiencia se convierte en un suceso de primordial importancia en su vida, un suceso básico de definición de uno mismo; en el modelo de Procesamiento de la información a un estado adaptativo, a esto se le llama nódulo. Ya que los recuerdos son almacenados asociativamente, el siguiente suceso que represente un rechazo similar seguramente se vinculará con el nódulo en la creación actual de una neuro-red que resulte central a la definición valorativa que la niña tenga de sí misma. Las subsecuentes experiencias de rechazo de parte de la madre, de sus hermanos, de sus amigos y de otras personas quizá se vinculen con el nódulo en los canales de información asociados con ese primer suceso. Aún antes de que el lenguaje se haya desarrollado adecuadamente, todas las distintas experiencias de la infancia que contengan sentimientos similares de impotencia, desesperación e inadecuación son alma-cenadas como información vinculada con una red mnemónica o una red de recuerdos, organizada en torno al nódulo de la primera experiencia original. Las experiencias positivas no son asimiladas a la red debido a que el nódulo es definido por las emociones y los sentimientos negativos.

Cuando uno tiene un lenguaje lo suficientemente elaborado para formular un concepto de uno mismo como «No puedo conseguir lo que quiero; hay en mí algo que no está bien», la verbalización se vincula asociativamente con la red por medio de los sentimientos y las emociones que el significado de dichas palabras engendra. En esencia, una vez que la conceptualización verbal, cargada de sentimientos y emociones, se establece dentro de la neuro-red, puede ser considerada generalizarte en el caso de las experiencias subsecuentes que serán almacenadas en la red como información. El proceso continúa durante la adolescencia cuando, por ejemplo, la niña de nuestra suposición es rechazada por un maestro o por su novio. De tal manera, todos los subsecuentes sucesos relativos quizá se vinculen con el mismo punto nodular y asuman las atribuciones de la experiencia inicial. Por lo tanto, la valoración asociada con tal suceso no se limita a la declaración de función específica (por ejemplo: «No puedo obtener lo que quiero en este momento»), pero se vincula con la declaración disfuncional generalizada «No puedo conseguir lo que quiero; hay algo en mí que no está bien.»

¿Qué sucede cuando la niña llega a la edad adulta y sucede algo que parecería -o que amenaza con convertirse en- un rechazo? Esta nueva información es asimilada en la neuro-red, y el concepto «No puedo obtener lo que quiero; hay algo en mí que no está bien» y sus sentimientos o emociones se generalizan y se le asocian. A lo largo del tiempo, los sucesos relativos que han sido acumulados producen una profecía de autocumplimiento; así, cualquier asomo o posibilidad de rechazo puede detonar la neuro-red, junto con su cognición dominante: «Hay algo en mí que no está bien.» La conducta consecuente de esta persona, así como sus atribuciones en el presente son disfuncionales, ya que se motivan y nutren con las emociones y los sentimientos intensos: el miedo, el dolor y la impotencia de esa primera experiencia, que ahora se ha solidificado gracias a todas las experiencias subsecuentes. De tal manera, el dolor de la infancia continúa siendo detonado en el presente, y debido a la naturaleza asociativa de la memoria y del comportamiento, las respuestas actuales de la mujer, así como la manera como se valora a sí misma y evalúa el mundo serán disfuncionales. Cuando la mujer entra a una situación social o de negocios y desea algo, la neuro-red con las emociones y los sentimientos verbalizados como «No puedo conseguir lo que quiero; hay algo en mí que no está bien» será estimulada, y las emociones y los sentimientos asociados, el nivel de perturbación y la creencia autodenigrante dañarán severamente su conducta funcional en el presente.

Resolución

La perturbación se resuelve estimulando los procesos autocurativos inherentes del cliente. Como hemos mencionado, uno de los principios básicos del modelo de procesamiento de la información a un estado adaptativo es la noción de un impulso dinámico hacia la salud mental. El mecanismo de procesamiento de la información está diseñado fisiológicamente para resolver perturbaciones psicológicas, de la misma manera en que el cuerpo está listo para curar una herida física. De acuerdo con nuestro modelo, la disfunción psicológica, con todos sus elementos complejos de falta de autoestima y autoeficacia, es ocasionada por la información almacenada en el sistema nervioso. Por medio del método EMDR, tenemos acceso a esta información, la procesamos y resolvemos de manera adaptativa. Como hemos explicado anteriormente, al pedir al cliente que haga surgir en su mente y en su conciencia una imagen del suceso original, estamos estimulando el afloramiento de la información que ha sido almacenada fisiológicamente. Los movimientos oculares (u otros estímulos) activan el mecanismo de procesamiento de la información y, con cada nueva serie, se asimila nueva información adaptativa dentro de la neuro-red, transformando el material que constituye el blanco del tratamiento hasta alcanzar un estado funcional de salud.

Por ejemplo, durante una sesión EMDR, una cliente que comienza por ofrecernos la imagen de su padre, hombre abusivo, alto como una torre, que la amenaza, de pronto reporta que se ve a sí misma crecer en tamaño, hasta poder ver a su padre cara a cara. A medida que la información vieja evoluciona hacia una resolución terapéutica y sana al seguir series sucesivas, es posible que la cliente pueda declarar espontáneamente algo así: «No hay nada malo en mí; era papá quien tenía un verdadero problema.» Esta valoración transformada constituye una parte integral de los nuevos sentimientos, las emociones, y de la nueva experiencia sensorial, experiencia que dominará a partir de ahora, siempre que sea activada la neuro-red por estímulos internos o externos. En otras palabras, a medida que la información se transmute, el panorama cambiante corresponderá a las transformaciones de los sentimientos, las emociones y la evaluación de sí mismo, que se convierten en una parte de la nueva forma de almacenar la experiencia.

A partir de esto, la cliente se comportará de manera distinta, ya que la creencia subyacente es que «No hay nada malo en mí», en lugar de «Hay en mí algo que no está bien.» Para la mayoría de los clientes, un tratamiento EMDR exitoso da como resultado una nueva cognición positiva, que se generaliza a lo largo de la neuro-red. Por lo tanto, cualquier recuerdo asociado (por ejemplo, de otras amenazas hechas por el padre abusivo a la mujer de nuestro ejemplo) evocado después del tratamiento dará como resultado el afloramiento de la cognición positiva («Soy una buena persona»), junto con las emociones y los sentimientos apropiados. La resolución terapéutica es mostrada en todos los aspectos del blanco de nuestro tratamiento (imágenes, sensaciones físicas, emociones, etcétera) y en sucesos asociados, tanto del pasado como del presente. También se manifiesta en un cambio apropiado de la conducta del cliente.

Congelado en la infancia

Las observaciones clínicas realizadas en torno a las sesiones del tratamiento EMDR indican que muchas veces se logran resultados terapéuticos con el afloramiento.