Las Creencias forman una pantalla

Las Creencias forman una pantalla

Las creencias forman una especie de pantalla a través de la cual percibimos el mundo y filtramos la información que recibimos. Son como lentes a través de los cuales interpretamos nuestra realidad y tomamos decisiones.

Estas creencias pueden ser conscientes o subconscientes, y se desarrollan a lo largo de nuestras vidas a través de nuestras experiencias, educación, cultura, influencias familiares y sociales, entre otros factores. Actúan como marcos de referencia que moldean nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

Cuando tenemos creencias positivas y empoderadoras, nuestra pantalla nos muestra un mundo lleno de posibilidades, confianza y éxito. En cambio, si nuestras creencias son limitantes o negativas, nuestra pantalla nos muestra un mundo lleno de obstáculos, miedo y limitaciones.

Es importante tener conciencia de nuestras creencias y cuestionar si nos están ayudando o limitando. Muchas veces, nuestras creencias limitantes son producto de patrones de pensamiento arraigados o de experiencias pasadas que nos han condicionado de manera negativa.

Para cambiar nuestras creencias limitantes, es necesario identificarlas, desafiar su validez y reemplazarlas por creencias más positivas y constructivas. Esto requiere de autoreflexión, autoindagación y estar dispuestos a salir de nuestra zona de confort mental.

Una vez que somos conscientes de nuestras creencias limitantes, podemos utilizar técnicas como afirmaciones positivas, visualizaciones, reprogramación mental y trabajo emocional para transformar esas creencias y crear una nueva pantalla que refleje una realidad más positiva y alineada con nuestros deseos y metas.

Recuerda que cambiar las creencias no es un proceso instantáneo, lleva tiempo, esfuerzo y práctica constante. Pero cuando logramos modificar nuestras creencias limitantes y construir una nueva pantalla más positiva, abrimos la puerta a nuevas oportunidades, crecimiento personal y una vida más plena y satisfactoria.

Las Creencias forman una pantalla

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En primer lugar, porque nuestras creencias forman una pantalla entre el mundo exterior, los sucesos y nosotros mismos. Son representaciones de la realidad que, por lo general, tendemos a confundir con la realidad misma…, pero cuyo origen, al avanzar en el camino, hemos olvidado.

En segundo lugar, las creencias perpetúan los sufrimientos del pasado. En nuestras prácticas profesionales constatamos hasta qué punto una persona puede estar marcada, modelada en su comportamiento, sus pensamientos o sus emociones, traumatizada por un acontecimiento muy antiguo… ¿Por qué los traumas pasados, las historias conflictivas —ya sean personales, familiares o transgeneracionales, sobreviven y se repiten incluso ahora…, aunque el acontecimiento que los provoca haya sucedido hace diez años o hace tres generaciones?

En apariencia cerrado, cronológicamente terminado, ¿cómo es posible que un acontecimiento sucedido hace cuarenta y tres años, cinco meses y diez días permanezca activo en nuestro «aquí y ahora», dando aún forma a nuestra relación en el presente, en el mundo, y a nosotros mismos? Pensamos que esa es precisamente una de las funciones principales de las creencias: hacer atravesar el tiempo a nuestro pasado vivido…, repetir para no olvidar… Esto es lo que algunos llaman «aprendizaje».

La creencia no es una opinión; es un acto que involucra la totalidad del cuerpo cognitivo, emocional y del comportamiento

En el terreno de los afectos, resulta bastante evidente que nuestras elecciones, nuestras implicaciones y nuestros rechazos hacia una u otra persona no se realizan por azar. Más bien responden a cierto número de valores que están estrechamente ligados con nuestras creencias fun­damentales.

La cuestión de las enfermedades, sus causas, su sentido, es un nicho donde se acomodan también numerosas creencias. El enfoque de la biodecodificación de las enfermedades se pregunta por el lazo que existe entre el desarrollo de una enfermedad, los acontecimientos de la vida y los factores psicobiológicos, entre los cuales las creencias se sitúan en primer plano.

Pero este hombre reaccionaba de tal suerte porque tenía la creencia de que el trabajo es esencial para darle un sentido a la vida, para tener una identidad estable. Si, por el contrario, en el sistema de creencias de este hombre el trabajo fuera sinónimo de aburrimiento o de pena, no viviría el despido de manera dramática y no sería motivo para experimentar un suceso emocional negativo.

Como es evidente, la lista de reacciones puede ser muy larga si consideramos todos los ámbitos de nuestra existencia, y dado que, la mayor parte del tiempo, las respuestas quedan fuera del campo de nuestra conciencia. Mientras no nos hagamos preguntas, creeremos estar eligiendo.

«El ser humano puede hacer lo que quiera, pero no decide lo que quiere», escribió Einstein.

Nuestras creencias deciden todo en nosotros, tanto los deseos como las repulsiones. Son activas, no conscientes y determinantes. Ocasionan la lluvia y el tiempo bueno de nuestras vidas, en nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, en nuestras emociones y nuestros comportamientos. En nuestro cerebro se produce un destello, un golpe relámpago, una brisa ligera, un viento alisios o una bruma espesa, según pensemos que la vida es difícil, dura, que es necesario luchar y sufrir o que estamos en el mundo para gozar y para descubrir la felicidad.

Las afirmaciones, pensamientos o ideas que se imponen en nosotros como evidencias, en ocasiones no son verdaderos, o nunca lo son. Una afirmación puede ser verdadera en un contexto determinado, y probadamente falsa en otro. Ciertas creencias proceden de una generalización por omisión del contexto en el cual sus enunciados han sido comprobados.

La creencia es un vínculo arbitrario entre dos objetos. Este vínculo es o bien de igualdad, o bien de implicación

En el terreno psicológico estamos sostenidos, dirigidos, por nuestras creencias. Estas tienen una estructura formal y un contenido. El contenido varía hasta el infinito, pero la estructura siempre es la misma: es un vínculo arbitrario entre dos objetos, ya sean concretos o abstractos.

Espero de todo corazón que seas capaz de comprender cuántas de las creencias que impulsan tu vida son falsas y auto limitadas, y que te sientas motivado a cambiar dichas creencias. Puedes recuperar el control de tu vida y encaminarte hacia una existencia sana y feliz. 

Esta información es poderosa. Sé que lo es. La vida que me he forjado utilizándola es mucho más plena y satisfactoria, y ya no me pregunto a mí mismo: «Si pudieras ser cualquier otra persona, ¿quién serías?». Porque ahora la respuesta es obvia, ¡quiero ser yo

No son las hormonas ni los neurotransmisores producidos por los genes los que controlan nuestro cuerpo y nuestra mente; son nuestras creencias las que controlan nuestro cuerpo, nuestra mente y, por tanto, nuestra vida…

Es necesario precisar tres términos: ley, superstición y creencia.

La ley se presenta como una verdad, un absoluto, un hecho científico probado e innegable; por ejemplo: «la madera se quema», «un objeto que se suelta cae al suelo», «el agua pura se congela a cero grados e inicia su ebullición a cien grados, a la presión atmosférica de un bar». Estas constituyen leyes físicas y químicas, y otras buscan leyes biológicas o psicológicas del ser vivo. Una ley no tiene excepciones y siempre prevalecen sus condiciones de validez (el contexto en el cual la ley es exacta, así como las características necesarias y/o suficientes de los objetos) .

La superstición debe incluirse en el campo de las creencias.

Una creencia es un vínculo arbitrario entre dos objetos

Ahora debemos precisar de qué tipo de objetos se trata, para a continuación estudiar e interrogar el vínculo. Lo cierto es que la terapia no tendrá efecto sino sobre ese vínculo, para cuestionarlo, pero respetará siempre a los objetos. Todo valor es, en sí mismo, laudable: es el vínculo el que creará, o no, un límite o una obligación.

Cuestionar las creencias
Cuestionar las creencias

Estos objetos son de dos tipos: equivalencias concretas y valores.

Las equivalencias concretas

La expresión «equivalencias concretas», o «equivalencias complejas», indica el objeto tangible, concreto, identificable, que sirve de indicador personal para la satisfacción o no de un valor (abstracto, invisible).

Por ejemplo, en una creencia enunciada como «amarse es dar todo lo que se posee: tus libros, tu casa, tu automóvil», el hecho de compartir los libros, el automóvil o la casa es el equivalente concreto del valor «amor». Es un signo concreto, una manifestación tangible y objetiva por la cual la persona que tiene esa creencia va a poder probar y verificar que su valor de amor está satisfecho.

Amar (valor abstracto) = dar todo (concretamente)

Otra persona, para quien el amor es también un valor fundamental, puede mostrar equivalencias concretas totalmente diferentes. Para ella el amor se comprobaría de otra manera; por ejemplo, con el hecho de sentir que es escuchada: «Para sentirme amada debo ser escuchada. Y eso, por quien sea». Su equivalencia del amor, su única manera de sentirse segura de ser amada y de constatar que su pareja la ama, consiste en que el hombre tenga al menos un oído dispuesto, que esté atento y que sea capaz de repetir todo aquello que ella acaba de decir, para así poder estar segura de haber sido escuchada…

Amar = escuchar concreto

Esto, bien entendido, puede implicar la formación de creencias diferentes y de muchos conflictos relacionales que resultan ser, en realidad, conflictos de creencias.

En cierta manera, puede decirse que la creencia es una superstición inconsciente que tiene para algunas personas el valor de una ley.

«Si estoy mal vestida, no van a quererme». Esta idea es vivida por la mujer que detenta esta creencia limitante como una verdad, una ley, mientras que para el observador exterior no es más que una creencia, una regla personal, arbitraria y poco segura.

Las creencias 02ª parte

En ocasiones resulta difícil establecer la diferencia entre una superstición y una ley. Las personas que pertenecen a una secta, por ejemplo, o a algunas corrientes espirituales, aceptan supersticiones como leyes; es decir, confunden los registros entre lo real y lo imaginario.

Las creencias son estructuras que se organizan alrededor de los valores.

Cada cual puede tener diferentes tipos de creencias sobre cualquier cosa, el amor, la familia, la educación, los deportes, etc.

Esto, bien entendido, puede implicar la formación de creencias diferentes y de muchos conflictos relacionales que resultan ser, en realidad, conflictos de creencias.

¡Cuántas personas que no creen en la astrología leen su horóscopo con regularidad!

La superstición debe incluirse en el campo de las creencias.

Puede pensarse que las supersticiones expresan, de manera simbólica, metafórica e imaginativa, prohibiciones que exigen el respeto de cierto orden de cosas, de principios fundamentales necesarios para el equilibrio personal y social

En cierta manera, puede decirse que la creencia es una superstición inconsciente que tiene para algunas personas el valor de una ley.

En términos psicológicos, el recién nacido tiene la necesidad de satisfacer su supervivencia, su seguridad. El contacto es un criterio importante.

•          Hacia los dos años y medio de edad, este criterio se vuelve menos dominante. El niño experimenta la necesidad de oponerse, de distinguirse, para poder individualizarse.

•          Aparece enseguida la necesidad de socializar…

•          A los quince años surge la seducción…

•          A los veinticinco años, los criterios social, profesional, financiero y de independencia…

•          A los cuarenta años, una cierta estabilidad, una tranquilidad en la vida, una base…

•          Y a los sesenta años, para algunas personas, los criterios de filosofía, de sabiduría, de espiritualidad.

Una manera de encontrar qué valor busca el señor X es preguntarle « ¿Qué necesitas?». La necesidad fisiológica nos guía hacia un valor conceptual.

Creencias, biología y enfermedad

El niño busca satisfacer sus necesidades; por ejemplo, la necesidad de ser reconocido por su padre. Si esa necesidad no es satisfecha, se siente mal; puede sentirse en peligro.

Desde un punto de vista etiológico, ser reconocido por el padre constituye una necesidad biológica de supervivencia. Esta necesidad encuentra su traducción psicológica en un valor: el reconocimiento. Desde el punto de vista de la biología, la explicación anatómica está en el recto. El hecho de dejar salir los excrementos significa: tengo un lugar, estoy en mi casa y lo expreso. Algunos psicoanalistas consideran el excremento como una moneda de cambio para el niño.

Tal reconocimiento puede, como ya se ha mencionado, estar ligado de manera muy estrecha con la seguridad. Esta puede traducirse en términos físicos por los órganos de los sentidos: por ejemplo, los ojos (ver el peligro), los oídos (estar al acecho) y la laringe (llamar para pedir ayuda).

Nuestras necesidades evolucionan a través del tiempo de manera fisiológica y experimental…, y también, en ocasiones, de manera patológica, porque cada vez que hay un shock, un conflicto, un traumatismo imprevisto, los criterios sufrirán reacomodos, es decir, una reorganización.

Cuando una persona es agredida de manera inesperada y con mucha violencia, puede imponerse un criterio de seguridad y dominar sobre los otros de manera totalmente novedosa, lo cual implica, por ejemplo, comportamientos de desconfianza, de repliegue, de agresividad, o incluso reacciones interpretativas. O bien, si un individuo se siente apartado, olvidado o abandonado, la escena principal podrá regirse por otro criterio, que será, por ejemplo, la relación, el vínculo, la búsqueda de contactos. Esta persona, en momentos de duda o de inseguridad, elegirá estar en grupo con otros, mientras la primera elegirá, por el contrario, estar aislada.

Esta jerarquía de criterios es muy importante, porque nos hace actuar, nos hace elegir y produce satisfacciones o frustraciones.

Jerarquía de valores y pirámide de las necesidades

Hemos visto que jerarquizamos nuestros valores: algunos son fundamentales, otros importantes y otros accesorios… Esta jerarquía se basa en criterios muy personales; depende de nuestra historia y de nuestra personalidad. Es contextualizada; es decir, que la importancia de los valores varía en función del contexto y del medio ambiente.

Los valores, como acabamos de ver, están vinculados con las necesidades, las cuales, asimismo, están jerarquizadas.

De acuerdo con Maslow, la satisfacción de las necesidades fundamentales permite acceder a niveles superiores. Nuevas necesidades pueden entonces hacerse presentes, pues la seguridad básica, fundamental, ha quedado satisfecha. De acuerdo con Maslow, estas necesidades aparecen en ciertos periodos de la vida y se mantienen a todo lo largo de la existencia. No son estadios.

Existe una estrecha correspondencia entre la importancia de un valor y su equivalente en la pirámide de necesidades.

La base de la pirámide de las necesidades de Maslow está integrada por las necesidades fisiológicas primarias (alimentación, agua, aire, sueño, eliminación, etcétera). La supervivencia del individuo depende de la satisfacción de estas necesidades. Son las necesidades fundamentales de la primera infancia, hasta los dos años. Al ser satisfechas, permiten proseguir la evolución natural.

Aparece enseguida, de los tres a los cinco años de edad, la necesidad de seguridad. La capacidad de realizar proyectos aparece y se desarrolla vinculada con la evitación del dolor y el disgusto. La satisfacción de esta necesidad de seguridad permite la instalación y el mantenimiento de la autonomía. Su falta de satisfacción implica actitudes de regresión psicomotriz.

Entre los cinco y los diez años se experimenta la necesidad de pertenencia (a una familia, a un clan, a un grupo de semejantes…) y de amor, de sentirse amado y aceptado. La satisfacción de esta necesidad es la base de la socialización futura del adulto.

EDADNECESIDADDESCRIPCIÓN
0-2 añosSupervivenciaNecesidades fisiológicas (aire, agua,
alimentos, eliminación, etcétera)
3-5 añosSupervivencia +
Seguridad
Inicio de la capacidad
de realizar proyectos, basada
en la evitación del dolor
5-10 añosSupervivencia +
Seguridad +
Sentido de pertenencia
y amor
Deseo de pertenecer
y de ser aceptado: fundamento
de la socialización adulta
AdolescenciaSupervivencia +
Seguridad +
Sentido de pertenencia
y amor +
Autoestima
Necesidad de autoestima
y de ganarse el respeto
de los demás
Etapa adultaSupervivencia +
Seguridad +
Sentido de pertenencia
y amor +
Autoestima +
Autorrealización
Necesidad de plenitud personal,
de creatividad y de desarrollar
todo el potencial
Pirámide de Maslow
Pirámide de Maslow